¿Falta de concentración, problemas de atención, dificultad para recordar nombres o hechos? Para estimular la memoria, hay tres plantas complementarias: el ginkgo biloba, el té verde y la rhodiola rosea.
Para preservar la memoria el mayor tiempo posible, uno quisiera encontrar soluciones naturales y seguras. Tres plantas pueden ayudar al cerebro a funcionar mejor. Cada una ha demostrado su eficacia. Se utilizan incluso en la composición de ciertos medicamentos, con una ventaja indudable: la ausencia de efectos indeseables y de contraindicaciones.
Asociada a buenos hábitos -suficiente sueño, la menor toxicidad posible (tabaco y alcohol), una dieta equilibrada y variada-, la fitoterapia potencia sus neuronas y mantiene su memoria.
El Ginkgo biloba ayuda al cerebro a funcionar
El Ginkgo biloba es objeto de muchas investigaciones. Su principio activo -moléculas llamadas ginkgólidos- provoca una dilatación de los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro, incluidos los microvasos, lo que facilita su oxigenación y su «alimentación». El cerebro necesita el 20% del oxígeno de la sangre y la mitad de la glucosa circulante.
Las capacidades cognitivas mejoran y el envejecimiento del cerebro, cuya primera manifestación es la pérdida inmediata de la memoria, se retrasa.
Una droga emblemática, el Tanakan, ha sido ciertamente «devaluada». Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud y la Organización Europea de Evaluación de Plantas, Escop, reconocen el ginkgo biloba para el tratamiento sintomático de los déficits cerebrales leves a moderados, la pérdida de memoria y los trastornos de concentración.
Instrucciones de uso: los extractos estandarizados deben contener entre un 2 y un 5% de ginkgólidos para ser efectivos. Tome 600 mg de extracto seco entero por día como un curso de tres meses de tratamiento.
El té verde protege las neuronas
Los medicamentos disponibles hoy en día para tratar a las personas que sufren de formas leves a moderadamente graves de la enfermedad de Alzheimer son los fármacos anticolinesterásicos, es decir, moléculas que impiden la degradación de la acetilcolina, un neurotransmisor muy implicado en la memoria.
Sin embargo, los tés verdes contienen teanina, un aminoácido utilizado para fabricar acetilcolina. Por lo tanto, en cantidades suficientes, la acetilcolina puede unirse a sus receptores situados en las sinapsis de las neuronas, facilitando así la transmisión de información», explica el médico.
Otra ventaja del té verde es su riqueza en antioxidantes, que garantizan la preservación de las neuronas. También aumenta, en proporciones más pequeñas y variables, los niveles cerebrales de dopamina y serotonina, respectivamente tonificante y calmante. Por último, el té verde contiene teína (y por lo tanto cafeína), que preserva los microvasos del cerebro y protege contra la enfermedad de Alzheimer, al menos en los ratones de laboratorio.
Modo de empleo: beber unas 5 tazas de té verde al día, u optar por un extracto seco estandarizado, es decir, 1 g al día. ¡Cuidado, el té verde, por sus taninos, impide la absorción intestinal del hierro! Bebe una o dos horas antes o después de la comida.
Rhodiola rosea lucha contra el estrés
El cerebro está obviamente más alerta cuando hay poco estrés, menos fatiga, apoyado por una mejor estabilidad emocional. Este bienestar general nos permite imprimir elementos de la memoria de forma más fiable.
La Rhodiola es una especie de planta de dopamina. El resultado es una mejora en la atención, el aprendizaje y la memoria.
Por eso es interesante la rhodiola, también conocida como «tundra ginseng». Su rizoma contiene ácido glutámico que se comporta como la dopamina, la hormona del placer y la recompensa, y un neurotransmisor emblemático del bienestar.
Modo de empleo: en extractos fluidos o secos, una cápsula dosificada a 100/200 mg por la mañana y al mediodía, por ejemplo, en curas de tres semanas a un mes.